Es un buen signo que la presidenta Claudia Sheinbaum haya hablado con Donald Trump a los dos días de haber resultado ganador. Ser de los primeros líderes del mundo en hablar con el presidente electo es un privilegio que sólo se concede a los países más importantes. Para bien y para mal, México es una prioridad para el nuevo presidente.

El reporte oficial es que la conversación fue buena y que no hay mucho de qué preocuparnos. En esto difiero completamente.

México necesita prepararse para el escenario más sombrío que representa el regreso de Trump a la Casa Blanca, o como se ha dado en llamar, Trump 2.0.

No podemos predecir con exactitud el daño que infligirá a nuestro país. Los optimistas señalan que será una tormenta tropical. Los pesimistas, entre los que me encuentro, sostenemos que será un huracán de magnitud 5.

Ante la duda y serias amenazas, la diplomacia de Sheinbaum debe prepararse para el peor escenario.

Trump 2.0 es más popular, más poderoso y su afán de venganza contra sus enemigos internos y externos parece no tener límites.

Tiene a los tres poderes alineados –Ejecutivo, Legislativo y Judicial–. El constituyente estadounidense, los llamados Padres Fundadores, se revolcarían en su tumba de observar que el presidente número 47 no tiene pesos y contrapesos.

La evidencia es abrumadora. Hay preparativos apresurados para cumplir las amenazas relacionadas con México. El equipo para deportar es extraordinario. Lo encabeza Stephen Miller, el genio antimigración de Trump, como número dos de la Oficina de la Casa Blanca, y cierra la pinza Tom Homan, un héroe de la deportación, como zar de la frontera.

En el tema seguridad-drogas-fentanilo, Mike Waltz, quien será el consejero de Seguridad Nacional, fue el legislador republicano de la Florida que empujó con más ahínco nombrar a los cárteles mexicanos organizaciones terroristas. Se sabe que el equipo de transición prepara una orden ejecutiva para que el próximo 20 de enero, primer día de Trump 2.0, se firme una orden ejecutiva que designará terroristas a los cárteles mexicanos. Sobra decir que el camino para una intervención unilateral estará pavimentado.

Trump 2.0 tiene poderes de tirano. Está listo y tiene prisa para cumplir su insistente amenaza: ser dictador las primeras 24 horas para poner orden en la frontera con México.

¿Qué podemos y debemos hacer?

Priorizar, adelantar y descentralizar.

El esfuerzo de contención a Trump 2.0 debe ser la prioridad del gobierno de Sheinbaum. Va más allá de la Cancillería. Es un tema de Estado y de todos los mexicanos. Se requiere crear ya el equipo México para la revisión del T-MEC. Se hizo con efectividad en dos ocasiones. Durante la negociación del TLCAN (1992-1993) y la del T-MEC (2017-2018). El llamado cuarto de al lado, conformado únicamente por el sector empresarial, debe sumar hoy a la sociedad civil y academia, pues en esta ocasión las amenazas vienen por todos lados y son cruzadas, es decir, se aprovechará la migración para apretar el comercio.

Adelantémonos a las exigencias de Trump. No son tiempos para caravanas ni para que crezcan los flujos migratorios bajo el pretexto de que “ahí viene el lobo-Trump”. En 2024 se lograron bajar los flujos llegando a la frontera con Estados Unidos en más de un 60 por ciento en relación con los dos años anteriores. Se requiere apretar y demostrarle a la nueva administración que les estamos haciendo el trabajo.

Tolerancia cero con los productores del fentanilo. Esta especie de heroína sintética ha causado estragos en la sociedad del vecino país del norte. Urge un esfuerzo excepcional para evitar que lleguen los precursores de China y se castigue con extraordinaria dureza a los cárteles que trafiquen con esta droga.

Descentralicemos. El vecino país es una república federal en que los gobiernos estatales tienen mucha latitud en temas como migración y comercio. California y Texas, estados fronterizos, representan cerca de 50 por ciento del comercio bilateral y concentran también cerca de la mitad de nuestra diáspora.

Se requiere aprovechar la política progresista de California impulsada por los legisladores de origen mexicano en Sacramento. Aquí, hasta los migrantes sin documentos son bienvenidos y todos tenemos derecho a la salud. El gobernador de Texas, Greg Abbott, es un cazamigrantes, pero tiene mucha claridad e interés en fomentar las relaciones económicas y comerciales con nuestro país. Veintiuno de los 53 consulados de México en Estados Unidos están en esos dos estados. Ya contamos con el instrumento para forjar una relación estratégica.

A Trump 2.0 hay que enfrentarlo, no jugar al pavorreal. Los esfuerzos deben ser estratégicos y discretos. No desafiarlo. Adelantarlo.