Luego de que la excandidata presidencial opositora Xóchitl Gálvez deslizara la posibilidad de armar un partido político sin PRI o PAN, el codueño y hasta la semana pasada dirigente de la franquicia blanquiazul, Marko Cortés, pidió a la exsenadora sumar, no dividir.
Estas que siguen fueron las palabras textuales de Marko Cortés, senador de lista (porque hay niveles):
“Debemos cohesionar, y debemos sumarnos (…) Será el PAN la fuerza política que más le combata al régimen morenista, no tengan la menor duda, y por eso la Presidenta sigue atacando al partido, ya como una obsesión, un día y el otro también porque sabe que el PAN sí le puede quitar esa mayoría calificada que hoy tienen de forma artificial…
“Por ello se trata más de sumar. Yo veo a Xóchitl Gálvez que ella podría ser en la próxima legislatura de la Cámara de Diputados parte de nuestro grupo parlamentario, siendo una legisladora combativa, que debería tener ahí una voz fuerte, que se debe aprovechar, pero es de este lado, del lado además donde Xóchitl siempre ha estado…”.
Primero, deconstruyamos los conceptos de Marko Cortés:
Por años dirigió a un partido cerrado y cupular, pero hoy pide “cohesionar”. O sea, que los que no tienen hueso trabajen para políticos con hueso. Jo. Es lógico: el PAN teme a la competencia, y más a una que se ofrezca como alternativa de derecha.
“La Presidenta sigue atacando al partido, ya como una obsesión, un día y el otro también porque sabe que el PAN sí le puede quitar esa mayoría calificada…”. Claudia Sheinbaum es la primera que necesita otra oposición. El PAN de Jorge Romero y de Cortés no le sirven ni de sparring, porque las declaraciones panistas dan risa, no temor.
“Xóchitl Gálvez podría ser en la próxima Cámara de Diputados…”. Marko sería más creíble, y más decente incluso, si le dijera: ‘como candidata presidencial no te di nada, ni el manejo de la campaña, ni candidaturas, ni dinero, ni spots… Bueno sí, te di una gritiza. Pero hoy te ofrezco una curul… en dos años y medio, y eso sí, precio a tratar’.
Esto de pedir cohesionarse va más allá de Xóchitl Gálvez. Cortés, que pisa el protagonismo del nuevo dirigente Jorge Romero –así son los padroneros, se cuidan unos a otros–, dice Xóchitl como podría decir cualquier otro nombre. Quieren que no haya nuevos partidos.
Gálvez se equivocará (de nuevo) si escucha el canto de la sirena Cortés. A éste sólo le interesa cooptar, no compartir; controlar, no sumar.
Xóchitl puede decir que está en paz con los jerarcas panistas. Les dio votos, les costó votos.
Pero la cúpula panista no puede decir lo mismo. Se aprovecharon –a sabiendas– de ella. La maniataron y desecharon.
El PAN, sin embargo, sabe que, a pesar de todo, Xóchitl Gálvez podría tener más credibilidad que partidos cuyas siglas se han vuelto fardo.
Porque mientras en la interna opositora de 2023 ella se impuso –en parte– porque pudo presumir casi un millón de afiliaciones a título personal, la semana pasada, en su renovación de presidencia, los panistas no pudieron mover ni a 200 mil militantes.
Nadie dice que Xóchitl tiene un millón de ciudadanos dispuestos a seguirla. Gálvez cometió errores y sus limitaciones también explican su derrota frente a Sheinbaum. Pero es más fácil que ella se rehaga a que el PAN intente una autocrítica creíble.
En todo caso, es casi ofensivo que quienes tanto le regatearon en la campaña a su entonces candidata presidencial hoy le ofrezcan una triste curul. Una grosería.