La revista Time acaba de publicar su lista de las y los 100 líderes ambientales más influyentes de este año. Para ello, valoraron logros concretos sobre promesas. La presidenta Sheinbaum fue seleccionada puntualmente por sus resultados como jefa de Gobierno de la CDMX: la inauguración de la primera flotilla de autobuses eléctricos, la instalación de una central solar en la Central de Abasto y su contribución en los trabajos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas.
No obstante, lo que realmente marcó la reseña de Time fue el énfasis en cómo la Presidenta ha logrado imprimir su sello personal en su gobierno. Si bien se reconoce la continuidad de principios de su predecesor, queda claro que está trazando su propio camino, alineado con las convicciones que han sido una constante a lo largo de su trayectoria profesional y académica. Este enfoque sugiere que abordará los desafíos ambientales que enfrenta México desde una perspectiva única, especialmente dada su formación científica. Además, se ha comprometido con una transición energética ambiciosa hacia fuentes renovables para 2030. Así lo destacó en su participación reciente en la Cumbre de Líderes del G20 en Brasil, con la cual sentó las bases para una conciliación entre la sostenibilidad ambiciosa y una estrategia económica productiva.
En este encuentro, la Presidenta propuso la creación de un fondo global para la protección ambiental, que destinaría 1 por ciento del gasto militar de cada país para financiar el programa de reforestación más grande de la historia. Esta iniciativa, que podría liberar alrededor de 24 mil millones de dólares anuales, tiene el potencial de apoyar a seis millones de sembradores de árboles en el esfuerzo de reforestar 15 millones de hectáreas. Más allá de su impacto ambiental, este programa se enmarca en un enfoque integral de derechos humanos, al promover la restauración del tejido social y generar nuevos empleos en comunidades precarizadas.
Además, al contribuir a mitigar el calentamiento global, se atacan directamente los efectos del cambio climático, que son responsables de fenómenos como el desplazamiento forzado de personas y la pérdida de medios de vida, especialmente en las poblaciones más afectadas. Esta propuesta no sólo busca la protección del medio ambiente, sino también la mejora de las condiciones de vida y la dignidad de las personas más afectadas por las crisis climáticas.
El impulso a la reforestación y la creación de una economía verde también podrían generar nuevas fuentes de empleo en sectores como el agrícola, el de tecnologías limpias y el de la gestión ambiental que estimularían el crecimiento de las comunidades rurales al fortalecer las economías locales a través de proyectos de reforestación y conservación de recursos naturales.
Aunado a lo anterior, la agenda de transparencia y eficiencia impulsada por Sheinbaum a través de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones, no sólo traerá beneficios en términos ambientales y financieros para México, sino que también se convertirá en una herramienta clave para combatir la corrupción y la burocracia. En términos sencillos, con esta política se pretende reducir el 50 por ciento de los trámites existentes y digitalizar el 80% de los trámites restantes a través de un sistema de autenticación para usuarios.
En conclusión, la visión de Claudia Sheinbaum en las políticas ambientales, digitales y financieras, ofrece la posibilidad para combatir el cambio climático y restaurar el equilibrio social, buscando el desarrollo económico y la sostenibilidad, utilizando como principales herramientas la tecnología, la ciencia y la transparencia. Interesantes puntos de encuentro en materias que se pensaban peleadas con la búsqueda del bienestar y justicia social y que ahora prometen colocar a México como un líder global en la transición hacia un futuro más justo, próspero y sostenible para todos y todas.